El Dr. Guzmán advierte que ese tipo de acción es penado por la ley, y habla sobre Ética profesional, la práctica de la medicina y la arrogancia
Por Dr. Eliscer Guzmán
New York- Cuando un paciente consulta a su médico no solo le entrega su salud, su fe y su vida pero más que toda su confianza. El enfermo o enferma deposita todo su bienestar físico y espiritual a los conocimientos, la honestidad y la integridad moral del profesional de la salud que teóricamente esta ahí para ayudarlo o ayudarla sin limitaciones.
Cuando el dinero, la apariencia, estrato social y el narcisismo profesional se interponen en la relación medico paciente automáticamente se rompe el cordón umbilical sagrado que une al médico con su paciente como lo expreso William Osler en el comienzo del siglo 19.
En los últimos años hemos visto con horror y repugnancia como pacientes gravemente enfermos se le niega el cuidado medico esencial que todo ser humano se merece. Esta práctica terrorista ha aumentado asquerosamente en nuestros países pobres donde el cuidado de la salud se ha convertido en un negocio vulgar e inmoral para hacer ricos a algunos » médicos» inescrupulosos.
Se falta a la ética medica no solo cuando le negamos el servicio y la atención medica que estamos en la obligación de proveer sino cuando prescribimos medicamentos costosos porque nos favorecemos económicamente o cuando rehusamos referir al paciente a alguien más calificado producto de una arrogancia profesional narcisista y producto de la inseguridad.
Traicionamos el juramento hipocrático cuando recomendamos suplementos inefectivos o placebos, cobramos por técnicas o tratamientos científicamente no probados con el único objetivo de comprar y exhibir lujos que llenan y satisfacen
nuestros egos momentáneamente.
Nos comportamos peor que los pandilleros que roban carros, relojes y celulares. Los emulamos y seguimos sus ejemplos cuando asesinamos al paciente al negarle el cuidado médico o lo engañamos con falsas promesas de curas milagrosas pero que sabemos son falsas.
Somos peores que el ladrón callejero que solo se roba un reloj o una cartera porque nosotros terminamos robándole la fe, la esperanza que nos han depositado y como si fuera poco hasta el poco dinerito que poseen.
Me gustaría concluir con recordarles el dicho bíblico que de manera escueta, pero cierta nos recuerda que los médicos de hoy seremos los pacientes del mañana y podría yo añadir sin ánimo de contradicción que muchos de los mal denominados médicos ya son pacientes, ya están enfermos por la carencia de alma, de bondad y compasión y por la necesidad desmedida de dinero y pertenencias materiales robadas al dolor de los necesitados.