Diario Libre. Ubaldo Jiménez está de regreso en la pretemporada 2019-2020 con los Tigres del Licey, siete años después de su última participación en el béisbol invernal y dos desde su último envío en Grandes Ligas en 2017.
Y aunque parezcan que su retorno está motivado por sus circunstancias, apela reiterativo a su condición de “sangre azul”, como fanático de este club que ha sido siempre, con el que siempre quiso lanzar “ y la gerencia lo sabe” y su meta es estar cada cinco días sobre el montículo o cuando la dirigencia considere para ayudar.
“No importa lo que digan, yo estoy aquí presente y con Dios delante voy a ayudar al Licey, porque cuando Dios quiere nadie lo puede detener”, expresó resuelto Jiménez, al ser entrevistado este lunes 30 en el entrenamiento de los felinos en la academia de los Marineros de Seattle.
“Mi enfoque es estar con el equipo (Licey) y ayudarlo… y lo demás viene por añadidura”, dijo en cada entrevista ante diversos reporteros, respecto a sus planes de retornar en el verano próximo al béisbol grande, ya que no ha pensado en otro que no sea el de los Estados Unidos.
Con 35 años y ocho meses, el gigante de 6’5” de estatura dijo que no solo por tener dos años sin lanzar es que vuelve a intentar hacerlo con los Tigres, porque desde que fue drafteado (en 2003) siempre quiso hacerlo; que en su tiempo pidió permiso a Colorado y Cleveland para lanzar, por cuanto, se siente feliz de retornar, por ser un liceísta.
El nativo de Nagua, con 12 años en las Mayores con Colorado, Cleveland y Baltimore, indicó que comenzó a entrenarse hace cerca de dos meses en el complejo de los Rockies en el país, con el coordinador de programas Edison Lora, su coach de pitcheo cuando jugó Liga de Verano (DSL) en 2001 y el preparador físico Audy Guevara, de lo cual tuvo conocimiento Operaciones de Béisbol y su gerente general Junior Noboa.
Explicó que en ese lapso, viajando desde La Romana tres o cuatro veces a la semana al complejo de Colorado, ha hecho bullpen, tiró prácticas de bateo y ha lanzado unos cuatro partidos, en los que ha completado tres y cuatro entradas.
“Lo primero es pedirle a Dios que me de la salud, mantenerme saludable y poder ayudar al equipo, después, las otras cosas llegarán por añadidura, eso es lo primordial para mí”, aseguró.
En ese contexto, dijo que su enfoque es estar ahí (lanzando) cada cinco o seis días, cuando le den la oportunidad y lo necesiten para hacer el trabajo.
Respecto a su salud, dijo que nunca ha tenido problemas con el brazo, sino que tuvo altas y bajas en el béisbol, “que es parte de la vida”.
Sobre su baja de hace dos años en las Mayores, afirmó que nunca lo hizo sentir frustrado, porque su fe es inquebrantable, que siempre sintió la fe de que las cosas pueden cambiar.
“Esos dos años, en vez de sentirme frustrado o desilusionado, primero dirigí mis pensamientos a Dios y a mi familia, que tengo una familia bien bonita, dos niñas y esposa, madre y padre que me quieren, en eso me enfoqué y no pensé en las cosas malas que pasaron”, afirmó Jiménez.