El coronavirus mantiene en vilo al mundo y para frenar su veloz avance en un gran número de países ha sido impuesto un régimen de excepción, que es´un mecanismo legal contemplado ante situaciones extraordinarias y graves (catástrofes, desórdenes públicos, guerras…) el cual otorga potestad a los gobiernos para restringir y suspender de forma transitoria derechos fundamentales de los ciudadanos, entre ellos la libertad de tránsito.
Estos momentos de excepcionalidad compartida, que hoy une a tantas naciones por el estado de emergencia en que viven tras la llegada de una pandemia de incontenible progreso; responsable de una estela de muertes, el colapso de los sistemas sanitarios, el elevado grado de ansiedad que acompaña a la gente y que presagia una recesión económica global de incalculable magnitud: ¡Unamos esfuerzos!.
EL COVID-19 NOS IGUALA
Este virus que mantiene arrodillados a grandes y pequeños países, no discrimina. Puede atacar a cualquiera, independientemente de su nacionalidad, sexo, edad, nivel académico, posición económica, credo político o religioso. Amenaza por igual a pobres y ricos, blancos, negros, mestizos, niños, jóvenes, adultos, ancianos y por eso, como constituye un peligro para TODOS, a TODOS nos corresponde atacarlo.
NO HAY AUN VACUNA, NI MEDICAMENTOS DE EFICACIA SUFICIENTEMENTE COMPROBADA PARA COMBATIRLO
Los científicos trabajan de forma continua y tenaz en busca de la vacuna para prevenir el brote de coronavirus, así como de medicamentos eficaces para curar a quienes lo han adquirido, pero hasta el momento no hay nada concreto, solo esperanzas. Se llevan a cabo pruebas, pero no contamos todavía con un fármaco o tratamiento que haya sido suficientemente probado y aprobado para asegurar que combate el virus causante de esta plaga.
Ante esta triste realidad nuestra mayor arma es la prevención y no tenemos otra alternativa que seguir las recomendaciones de los expertos en epidemiología y la Organización Mundial de la Salud (OMS) porque son estas las únicas armas que al día de hoy pueden ser consideradas eficaces para salir airosos en la batalla dirigida a detener el COVID-19:
a) Aislamiento y distanciamiento social, medidas que durante el azote de otras pandemias han demostrado su capacidad para ralentizar la propagación de enfermedades.
b) Mantener estrictas medidas de higiene: lavarse las manos con frecuencia, desinfectar las superficies y lugares de la casa que son tocadas por los demás, usar guantes, cocinar bien las carnes y huevos, evitar el contacto con personas ya infectadas, protegiendo especialmente ojos, nariz y boca,
c) Quienes hayan sido contagiados (o se sospeche que lo están) deben usar mascarillas o pañuelos para cubrirse la nariz y la boca cuando tosan o estornuden. Además, guardar cuarentena desde el diagnóstico de la enfermedad hasta 15 días después de ser dadas de alta, pues aunque estén recuperadas pueden seguir transmitiendo el virus.
Pero la adopción de estas recomendaciones, junto con un amplio plan de detección, solo será efectivas si las adoptamos TODOS, porque el problema es de TODOS y para eliminarlo necesitamos aunar esfuerzos.