Por Orlando Pimentel.-
Hay experiencias que, aunque parezcan sencillas, dejan una sensación agradable en el corazón. Así fue mi visita a la Asociación Popular de Ahorros y Préstamos (APAP), en la avenida Independencia, casi esquina Italia, cuando acudí para abrir una cuenta digital.
No esperaba mucho más que cumplir con un trámite, pero todo cambió desde el momento en que Yésica Santiago me atendió. Su amabilidad fue tan natural, tan sincera, que convirtió una gestión bancaria en una conversación entre personas.
Había algo especial en su manera de hablar: una calma que transmitía confianza, un respeto que se notaba en cada palabra y una sonrisa que hacía sentir que uno estaba en el lugar correcto.
Mientras me explicaba los pasos para abrir la cuenta, no solo me hablaba como cliente, sino como alguien que merece tiempo, atención y trato humano. Esa forma suya de explicar, de escuchar, de responder sin prisa, me hizo sentir valorado. En un mundo donde muchos atienden por rutina, Yésica lo hace con el corazón.
Salí de allí con mi cuenta abierta, sí, pero también con una sensación de gratitud y admiración por su profesionalismo y calidez. Son personas como ella las que marcan la diferencia y hacen que uno quiera volver, no solo por el servicio, sino por la forma en que lo hacen sentir.
Gracias, Yésica Santiago, por recordarme que la verdadera atención no está solo en resolver, sino en conectar.
Y gracias a la Asociación Popular de Ahorros y Préstamos (APAP), por tener en su equipo a alguien que representa con tanta humanidad el valor de su institución.