Reír se ha considerado siempre como un acto positivo; mientras que llorar ha sido estimado desde un punto de vista negativo y traumático. Se han resaltado mucho los innegables beneficios físicos y emocionales de la risa; pero poco se ha dicho sobre las bondades del llanto.
Es cierto que reír nos favorece, tanto en lo físico como en lo emocional: aumenta la circulación sanguínea, estimula el cuerpo y mejora nuestra salud, elimina el estrés y las tensiones, eleva la autoestima, aumenta la inteligencia y retrasa el envejecimiento. Pero también llorar tiene sus ventajas; por ejemplo, permite eliminar adrenalina y noradrenalina (neurotransmisores que se segregan en exceso en las situaciones de estrés).
El investigador británico Charlin Darwin, quien se dedicó a estudiar la relación biológica de las lágrimas con “lo emocional” y profundizó las investigaciones en torno a una conexión entre el estado anímico de las personas y los gestos producidos por el llanto, asegura que llorar tiene un efecto saludable en el ser humano.
El doctor William Frey, del Saint Paul Ramsay Medical Center, en Minessota, asegura que los gestos de la risa y el llanto son muy similares y “una buena llorada” alivia tensiones, elimina la tristeza y permite que una persona se conozca mejor a sí misma y se relacione de una forma más honesta con los demás.
Los resultados de los estudios realizado por Frey establecen que “llorar no sólo viabiliza el desahogo y la distensión de las emociones, sino que permite a una persona ver con claridad; pues las penas obstruyen el intelecto.”
Estas consideraciones explican la razón por la cual es menor el número de mujeres que sufren de úlceras y ataques cardíacos. Los hombres, como desde pequeños se les advierte que “los machos no deben llorar”, se “tragan” sus emociones para no poner en entredicho su masculinidad; por eso aumentan su carga de estrés y esto afecta de manera sensible su salud.
Los deprimidos lloran menos
En Estados Unidos se realizó una investigación en donde se compararon las reacciones exhibidas ante un estímulo melodramático por pacientes depresivos con las de otros que no lo son. Los resultados sorprendieron a muchos: los depresivos no lloran más (incluso lloran menos) que las personas que no están aquejadas por esta patología.
El psiquiatra Cristian Prado, máster en Neurociencias de la Universidad de Chile, justifica estos resultados al señalar que “un porcentaje de los deprimidos están planos,” pues una parte de la estructura del cerebro se apaga funcionalmente y ocasiona que una persona muestre indiferencia ante el dolor, se aísle y todo les dé lo mismo.
Llorar para ser feliz
Aunque no lo crea, llorar también beneficia su salud emocional, pues le ayuda a sacar las sensaciones negativas que un determinado evento o circunstancia haya causado a su vida.
Llorar le permite eliminar toxinas y luego de permitirse derramar sus lágrimas sentirá un efecto beneficioso, un bienestar similar a tomar un baño tibio antes de ir a la cama.
De ahí la importancia de formar entes, desde la primera infancia, que entiendan la importancia de verter sus sentimientos y sentir desahogo en el llanto.
Llorar definitivamente no es una debilidad del ser humano, es una válvula de escape, como si se tratara de una olla de presión, no permitirse llorar sólo provocará ganar más presión, sentirse impotente e incontralable y en el momento menos esperado explotar; es alimentar una bomba de tiempo, cuya única finalidad será explotar en el momento que menos se este esperando.
Cada vez que quiera llorar: llore, que nadie se lo impida, no crea que se convertirá en un llorón o llorona, piensa que se está moldeando correctamente, hasta llegar a ser un ser humano razonable y que aprende a equilibrar sus emociones.
Reir es saludable, llorar también lo es y si lo que procura es vivir por mucho tiempo, empiece haciendo lo correcto, no deje para mañana las lágrimas que puede derramar hoy.
Cuando sienta deseos de llorar, ¡Llore!
Aunque las lágrimas han sido consideradas como signos de debilidad e inseguridad, en la actualidad se valora cada vez más el sentido que las emociones dan a nuestra vida y el papel esencial que desempeña el llanto emocional; tanto a nivel expresivo como a la hora de facilitar la liberación de distintas emociones, como el miedo, el dolor o la alegría.
El llanto es tan beneficioso para la salud como la risa, porque nos permite distraernos de las causas de nuestras angustias y fijar la atención en nuestros sentimientos; sintetiza y alivia el pesar humano; por eso, cuando sienta deseos de llorar, aunque previamente busque un lugar y momento adecuado, ¡llore!.
Reír y llorar producen efectos similares
La risa y el llanto son dos maneras de expresar emociones y están vinculadas con la presión sanguínea, la aceleración y detención de nuestra respiración, el enrojecimiento y la palidez de nuestro rostro e incluso el tono muscular. Ambas nos permiten descargar tensiones y poseen una función reguladora que crea circunstancias ventajosas para nuestro organismo.
La risa incide en el sistema endocrino para que este ordene al cerebro la secreción de una serie de hormonas tales como las endorfinas, que controlan el dolor; la adrenalina, que ayuda a estimular la imaginación; la dopamina, que favorece la actividad mental; y la serotonina, que posee efectos calmantes y disminuye tanto la ansiedad como el hambre.
El llanto emocional (no el provocado por el dolor físico), cumple una función vital en el desarrollo humano. Las reacciones químicas propias de las lágrimas activan determinadas hormonas que producen efecto tranquilizador beneficioso para el organismo, al eliminarse ciertas sustancias depresoras producidas por la sensación de tristeza.