La representación de la dominicanidad es una de las más grandes de la Feria con un pabellón dividido en varias secciones temáticas donde se destacan las raíces de una sociedad en constante evolución, pero auténtica.
Santo Domingo, 21 de septiembre 2016.- En el epicentro del Caribe hay una nación que lo tiene todo: gente noble y hospitalaria, cultura ancha y colorida, ecología, turismo, deporte, economía creciente, costumbres y, por supuesto, literatura. Este año la XIX Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2016 (FILSD2016) tiene como país invitado de honor a República Dominicana, la tricolor de versos, relatos y prosa eterna.
En el umbral de la noche del pasado martes quedó inaugurado el Pabellón República Dominicana con la presencia de las autoridades culturales de la FIL2016, incluyendo a la vicepresidenta de la República, Margarita Cedeño de Fernández y el ministro Pedro Vergés.
La noche del lunes, durante el acto inaugural, el titular cultural consideró que esta edición del magno evento tiene una connotación especial porque está dedicada al país “que nos queda más cerca del corazón”.
La representación de la dominicanidad es una de las más grandes de la Feria con un pabellón dividido en varias secciones temáticas donde se destacan las raíces de una sociedad en constante evolución, pero auténtica. “El país está de fiesta” es lo primero que resalta desde que entras al pabellón, frase que llega acompañada del azul, blanco y rojo de todos los criollos.
El recorrido inicia con la sociedad taina y sus costumbres, desde al areito hasta la pesca, desde la agricultura hasta las artes rupestres. Sin mucho esfuerzo la vista te guía hacia la época colonial a finales del siglo XV con la llegada de los españoles a la isla. Esa unión de costumbres y etnias, sumada la africana, dio origen a lo que somos hoy: un pueblo mestizo, pero propio y libre.
Continúa la caminata y llegamos a la Independencia Nacional en 1844. En el mural se pueden ver las gráficas de lo que fueron las batallas por lograr la anhelada soberanía, destacando de forma especial a Ramón Matías Mella por celebrarse su bicentenario. Un fúsil del ciclo independentista cierra con broche de oro el mural patriótico que, con éxito, logra elevar el orgullo nacionalista.
Otros escenarios, como el de humoristas dominicanos, llaman la atención del público que sin tapujos abarrota el pintoresco pabellón. Por un lado están los elementos del folklor dominicano, por el otro los merengues de los años dorados, a la izquierda se luce el vestuario del siglo XVI, a la derecha parte de la gastronomía, arriba el carnaval y abajo la hidrografía.
Una de las atracciones más emocionantes es el mural de mapas interactivos donde, gracias a la República Digital, los visitantes pueden conocer todos los detalles de sus respectivas provincias a través de una interfaz inteligente que responde al clic del usuario. La oferta del mapa es completa y divertida, permite conocer las costumbres de cada región, provincia, municipio y pueblo.
Pero para ser un pabellón a la dominicanidad necesita resaltar nuestra artesanía y por eso hay un mural dedicado exclusivamente a todas las creaciones registradas a lo largo y ancho de nuestra historia en los últimos 600 años. Hay alfarería, cerámica, trabajo en madera, joyería con larimar y ámbar, instrumentos musicales, trabajos con pieles, confecciones textil y figuras en papel.
En el fondo del pabellón los colores del progreso se notan a leguas. Las imágenes de las carretas modernas, los puentes, aeropuertos, edificaciones y túneles no faltan, además del potencial ecoturístico de la media isla con los principales puntos como El Pico Duarte, la Bahía de Oviedo, las playas, saltos de agua, cuevas, balnearios y otras atracciones medioambientales.
Si durante el recorrido escucha un merengue contagioso no se sorprenda, son los inolvidables que suenan en el colmadito de la esquina derecha. El mural de este rincón está adornado con las más altas figuras de la música nuestra, incluyendo la bachata. Al frente están los clásicos como Carlos Piantini, Papa Molina, Mirian Ariza, Milagros Beras Dalmasí, Michael Camilo y otros.
El pabellón está dividido por un área libre de juegos infantiles donde los más pequeños pueden apreciar la manera en que sus padres y abuelos se divertían cuando el acceso a la tecnología era mínimo. En la pantalla del centro se explica cómo se jugaba cada elemento mientras los visitantes intentan realizarlos repletos de alegría y curiosidad. En este caso los adultos son los expertos.
En el otro extremo del lugar está la especial dedicación a la literatura nativa. Este año la Feria tiene marcado interés en resaltar nuestras letras y eso es precisamente lo que se logra con el Pabellón República Dominicana porque hay un área diversa dedicada solamente a los versos y prosa donde los grandes autores, como Salomé Ureña, están presentes. Hay variedad para todos los gustos.
Cuando terminas de hurgar en los libros ves un pabellón extra que sobresale del resto y es el de Autores Dominicanos donde los escritores criollos y otros internacionales comparten sus obras con los presentes, en la mayoría de ocasiones estudiantes que se muestran ávidos de conocimiento. A cada hora hay una actividad cultural, en cada rincón hay opciones para disfrutar de lo nuestro.
El Pabellón República Dominicana engloba los casi 50,000 kilómetros cuadrados de país en pocos metros. El escenario está bien logrado y accesible, es amplio y pintoresco como la literatura criolla. Es un hecho que “el país está de fiesta”, pero solo podemos celebrar si te unes con entusiasmo, así que visita el escenario que hemos preparado para elevar la dominicanidad, nuestra Cultura.