La observación de ballenas puede ser una experiencia emocionante para cualquier persona interesada en la naturaleza y la preservación de los recursos naturales.
Servicio de TTC.- Cuando termina cada año en Samaná, República Dominicana la temporada de observación de ballenas, tanto los hermosos animales, como los seres humanos quedan satisfechos.
El respeto humano es el elemento que obtiene ese éxito. Cada año, de 3 a 5 mil ballenas jorobadas regresan a la Bahía de Samaná y aguas adyacentes para aparearse, reproducirse y tener sus ballenatos.
Desde enero hasta marzo, los machos pueden ser observados luchando por las atenciones de las hembras. Brindan así sin proponérselo, un gran y atractivo espectáculo con sus saltos y coletazos. Es el momento en que los humanos observan a los mamíferos marítimos, que son los animales más grandes del mundo.
Es crucial un principio científico de la industria turística dominicana e internacional, respetar a estos animales cuando están en medio del momento más crucial de sus vidas. Las condiciones minuciosamente controladas a bordo de los barcos turísticos son el resultado de un personal experto.
Las ballenas, que pueden vivir de 45 a 50 años, regresan a ese lugar del Caribe en una época en que en su sitio “adoptivo”, donde permanecen casi toda su existencia, el frío les resulta hostil. El área marítima está rigurosamente protegida hace ya 30 años. Se ha bautizado como un Santuario de la Plata y la Navidad, que abarca un amplio territorio marino que comprende parte de la Bahía de Samaná y el Banco de la Plata, donde existen condiciones ambientales que les favorecen.
La temporada de observación de ballenas jorobadas contrasta de manera abismal con la destructiva y trágica matanza a las que eran sometidos esos cetáceos en otras épocas por motivos económicos. También marca su diferencia con espectáculos actuales altamente criticados en acuarios del mundo, que presionan prácticamente cada hora del día sobre delfines y orcas en cautiverio.
“Gracias a los esfuerzos de organizaciones como la Comisión Ballenera Internacional (CBI), las ballenas jorobadas, junto con otras especies, han recibido la protección del mundo desde 1966. Sin embargo, todavía hay un largo camino por recorrer para una recuperación total de la población mundial de jorobadas, que ha alcanzado aproximadamente 40.000 o aproximadamente 30-35% de sus niveles originales “, según datos publicados en la prensa internacional.
Las cifras oficiales indican que hace 30 años, cuando comenzó la observación turística, poco más de 100 personas asistían cada año. En 2016 superaron los 55.000 observadores. Las estadísticas indican que el beneficio económico de este espectáculo natural de ese destino turístico, no ha dañado ni quebrantado el comportamiento de esa especie animal.
En este caso, las ganancias no están en desacuerdo con el respeto a la naturaleza.
La denominada Whale Watching (Observación de ballenas) es una actividad de ecoturismo que permite a los seres humanos disfrutar de una de las migraciones más largas de mamíferos marinos en el mundo, ya que algunos individuos vienen de Groenlandia, Canadá, Islandia y el santuario de Stellwagen.
El gobierno dominicano hace cumplir estrictas leyes de protección de las ballenas y las directrices para garantizar la seguridad y la conservación de estos maravillosos animales.