Pocas bebidas logran dividir al mundo de manera tan especial como la cerveza o el vino. Más que el contraste de sabor entre éstas bebidas, ambas inciden en la salud en forma diferente.
Mack Mitchell, del Centro Médico de la Universidad de Texas Southwestern recientemente le pidió a un grupo de 15 hombres que tomaran ciertas bebidas en diferentes días.
Mitchell se aseguró de que el contenido alcohólico fuera proporcional a su peso corporal y de que bebieran a precisamente la misma velocidad, en un lapso de 20 minutos.
Como era de esperar, los licores entraron al flujo sanguíneo más rápido, lo que llevó al punto más alto de contenido alcohólico en la sangre, seguido por el vino (que alcanzó su cima 54 minutos después de tomar la bebida) y la cerveza (a los 62 minutos de terminársela).
En otras palabras, una copa de vino se te va a la cabeza más rápido que una cerveza. Esto apunta a que es imposible que la cerveza te ponga a hacer el ridículo antes que el vino.
¿Cuál produce la barriga más grande?
La experiencia pareciera indicar que el mito de la barriga cervecera debería ser cierto. El alcohol mismo contiene calorías, sin hablar del azúcar que hace que nuestras bebidas favoritas tengan tan buen sabor.
Según estudios científicos, no hay nada específico de la cerveza que produzca gordura abdominal: las calorías que engordan provienen del alcohol.
Lo que ocurre cuando bebemos generosamente es que le damos mucho trabajo extra al hígado, que debe concentrarse en quemar el alcohol, es decir, eliminar sus toxinas.
Eso significa que debe dejar pasar, las de las otras cosas que puedas estar ingiriendo, como la grasa de las carnitas, (Chicharron), papas fritas, hamburguesas, pica pollo, y otros bocadillos que suelen acompañar la bebida.
En el caso del vino, por lo regular, con las copas llegan los quesos, embutidos y frutas y por supuesto que habrán algunas calorías adicionales que harán que aumentes algunas libras de más.