La palabra blusa, que proviene del vocablo francés blouse, define a una prenda de vestir femenina, similar a la camisa utilizada por los hombres y que pasó a ser parte básica del guardarropa de las mujeres a partir del año 1890, aunque con anterioridad a esta fecha las damas la utilizaban de forma esporádica u ocasional.
Ya en la época victoriana, la blusa se empleaba para exhibir un estilo informal y práctico. Entre 1900 y 1910 se difundieron las de lencerías, adornadas por cordones y bordados, así como la Gibson Girl, (creada por el dibujante Charles Dana Gibson) considerada como el primer ideal de belleza femenina estadounidense y caracterizada por sus plisados.
Hoy, esta pieza tan popular como atemporal resulta protagónica en el closet de las mujeres, de cualquier edad, ocupación y clase social; porque su versatilidad le permite lograr infinitas combinaciones con un sello personal.
Son múltiples los modelos de blusas: tipo camisa, al estilo chaqueta, con aire casual, sexis, insinuantes, deportivas, formales para ser usadas con corbatas, ejecutivas, de corte sencillo, abiertas, con mangas cortas, tres cuarto o largas, sin mangas, entalladas, amplias, de estilo esmoquin, etc.
De cualquier forma, resultan super combinables y pueden llevarse con pantalones o faldas y complementarse con pañuelos, collares y otros accesorios, pero siempre se ven super femeninas.
Blancas, de colores, en tonos clásicos, estampadas, bordadas, lisas, en lino, hilo, algodón, seda, jean o cualquier otro tejido, con o sin cuello, con botones grandes, pequeños o broches…no importa, la blusa siempre ofrecerá confortabilidad y elegancia a una mujer.