Decirles a las personas que les harán la prueba del VIH a menos que se nieguen a hacerla (un método en que hay que negarse voluntariamente a hacer la prueba [«opt-out»]) podría aumentar significativamente la cantidad de personas que aceptan hacer la prueba, sugiere una investigación reciente.
Otros métodos para la evaluación del VIH, como dejar que sean los pacientes quienes pidan específicamente la prueba, podrían tener el efecto contrario, apuntaron los investigadores.
«Nuestro estudio provee evidencias de que unos cambios pequeños en el lenguaje pueden afectar de forma significativa la conducta del paciente, y por ende nuestra comprensión sobre sus preferencias, lo que es crucial para ofrecer una atención centrada en el paciente», escribieron el líder del estudio, Juan Carlos Montoy, de la Universidad de California en San Francisco, y sus colaboradores.
El estudio, en el que participaron 4,800 pacientes atendidos en la sala de emergencias, es el primer ensayo aleatorio y controlado para evaluar el consentimiento a la prueba del VIH. Ninguno de los pacientes en cuestión había recibido un resultado positivo en una prueba del virus anteriormente.
Los investigadores dividieron a los pacientes en tres grupos según los distintos métodos para ofrecer la prueba del VIH. Al primer grupo se le presentó un método en que tenían que decidir voluntariamente hacer la prueba («opt-in»), en el que se les informaba que la prueba estaba disponible, pero tenían que solicitarla de forma específica. Al segundo grupo se le presentó un método de «elección activa» en que se les preguntaba directamente si deseaban recibir la prueba del virus. Al tercer grupo se les presentó un método en que tenían que negarse voluntariamente a hacer la prueba («opt-out»). A esas personas se les hacía la prueba del VIH a menos que pidieran específicamente no recibirla.
El estudio encontró que el 38 por ciento de los pacientes que tenían que decidir hacer la prueba del VIH aceptaron hacerla. Por otro lado, el 51 por ciento de los del grupo de «elección activa» y el 66 por ciento de los del grupo que tenían que negarse a hacer la prueba del VIH aceptaron hacerla, señalaron los autores del estudio.
Los resultados del estudio aparecen en la edición del 19 de enero de la revista BMJ.
Aunque quizá los pacientes prefieran que les pregunten directamente si desean hacerse la prueba, los autores del estudio concluyeron que el método en que tenían que elegir voluntariamente no hacerla podría aumentar la cantidad de pacientes que en realidad se hacen la prueba del virus. Anotaron que esto sucede así en particular entre los que tienen un riesgo entre intermedio y alto de infección con el VIH. El estudio mostró que esos pacientes eran más propensos a aceptar la prueba que los que estaban en grupos de bajo riesgo. Sin embargo, los efectos del método de «elección activa» de la prueba no variaron según el nivel de conductas de riesgo.
Los investigadores concluyeron que se necesita más investigación para evaluar los efectos de los varios métodos para la prueba del VIH.
En todo el mundo, 37 millones de personas están infectadas con VIH, el virus que causa el SIDA. Alrededor del 46 por ciento de los infectados con el virus no cuentan con un diagnóstico. Las pruebas del VIH son críticas para controlar la epidemia. El método de tener que negarse voluntariamente a hacer la prueba («opt-out») ha recibido respaldo en Estados Unidos. Europa también se inclina a este método para las pruebas, dijeron los investigadores.