¿Se ha cambiado el modelo con la finalidad de introducir torres elevadas en nuestras comunidades turísticas? Esta es la aseveración que hace ya semanas vienen haciéndose mediante espacios pagados diferentes diarios de circulación nacional.
Por Pablo A. Espinal
¿Qué es un modelo turístico?
Para responder esta interrogante entendamos primero que, el modelo de desarrollo turístico de un país no se establece exclusivamente mediante una normativa, decreto o resolución de una institución del Estado. Más bien es un entramado compuesto por diferentes elementos de la actividad económica y turística, del que son parte los sectores público y privado.
Tiene que ver con el tipo de turismo predominante, si es de sol y playa, cultural, ecológico, gastronómico, etcétera. También depende del tipo de oferta habitacional y complementaria del sector, así como del desarrollo económico de la nación, los procesos y regulaciones ambientales y la estructura y organización de los polos turísticos.
A grandes rasgos, se pueden destacar dos modelos de desarrollo turístico; el turismo tradicional o convencional, y el turismo alternativo. El modelo de turismo tradicional se basa en una alta participación en el mercado, con una temporalidad muy marcada.
Es un modelo comercial que favorece los servicios de alojamiento a gran escala y la concentración en determinadas zonas turísticas. Dentro de este modelo se incluye: el turismo de sol y playa, negocios, cultural, deportivo, náutico, entre otros.
El modelo de desarrollo turístico que prima en el país es el convencional, donde predomina el turismo de sol y playa, aunque contamos con un potencial para una diversificación muy importante.
Se deduce entonces que, el modelo turístico es el resultado de una serie de factores económicos, sociales, medioambientales y regulatorios, donde influyen tanto las decisiones del Estado como las de los agentes empresariales que en él participan. Siendo así, resulta irrisorio sostener que el Ministerio de Turismo (Mitur) ha modificado el modelo de desarrollo turístico de la nación, como resultado de la emisión de una resolución, la número 002/2017. Por tanto, es necesario explicar el alcance de esta y cuáles son las prerrogativas del Mitur como ente regulador de la actividad turística en el país.
De la zona de Macao y las atribuciones inherentes al Mitur. El primer hecho irrefutable que al parecer amerita aclaración es que, la ley concede al Mitur las facultades para autorizar, regular y controlar el funcionamiento de los servicios y actividades turísticas y la obligación de mantener un ordenamiento adecuado, estableciendo y revisando las normativas y regulaciones que permitan posibilitar un adecuado desarrollo de las diferentes zonas turísticas.
El Mitur ha diseñado Planes de Ordenamiento Turístico Territorial en los diferentes polos del país, compuestos por divisiones territoriales conocidas como unidades ambientales o secciones, en las que se definen parámetros como altura, densidad, ocupación de suelo, uso y ocupación máxima de suelo, etcétera. En el caso del polo turístico de la zona Este, el más importante del país, existen seis unidades ambientales, entre las que se encuentra la unidad ambiental de Macao.
Esta es la única de esas secciones donde no se han ejecutado inversiones importantes. Una de las razones principales es la composición del suelo del área, integrada por vastos humedales y manglares sobre los que no es posible realizar edificaciones, siendo entonces inviable un modelo de construcción horizontal como el que predomina en el resto de Punta Cana, que conlleva una explotación extensiva del terreno. Es por esto que Macao necesita desarrollarse de una forma distinta, en la que se puedan hacer construcciones que optimicen el uso de suelo y al mismo tiempo respeten la riqueza natural y medioambiental que representan los manglares y humedales de la zona.
¿Cambia la Resolución No. 002/2017 el modelo turístico en RD?
Es necesario analizar entonces cuales son los elementos que contiene la resolución para que algunos afirmen que mediante esta, el Estado ha consumado un hecho tan transcendental como propiciar un cambio en el modelo de desarrollo turístico de un país, que precisamente gracias a políticas gubernamentales acertadas, a su clima de inversión, y a la participación de un sector privado mayoritariamente consciente y responsable, ha logrado convertirse en el líder del sector en la región.
¿Cuál ha sido el cambio de modelo?
¿Ha afectado alguno de los factores descritos al inicio de este análisis? ¿Se ha modificado la ley de incentivos que tanto ha dinamizado la inversión en el sector? ¿Se han cambiado los parámetros de ordenamiento en las zonas donde ya existen inversiones y proyectos desarrollados? ¿Acaso se ha introducido algún elemento que ponga en peligro la seguridad jurídica de los inversionistas? La respuesta es no. Ninguno de los criterios que pudiesen implicar un cambio en el modelo de desarrollo turístico ha sido alterado.
De seis unidades ambientales que rigen el ordenamiento del sector en el polo Punta Cana, Bávaro – Macao, solo una ha sido enmendada, y se ha hecho estrictamente apegados al marco de las obligaciones que confiere la ley sobre el Mitur de “mantener un ordenamiento adecuado del desarrollo turístico, estableciendo y revisando las normativas y regulaciones que posibiliten un adecuado desarrollo de las diferentes zonas turísticas”. Siguiendo este principio lógico de evaluación y revisión de la normativa, es que la misma resolución objeto del cambio, la No.07/2012 establece que “El presente Plan de Ordenamiento Territorial Turístico deberá ser revisado en el período comprendido entre la emisión de la Resolución y los próximos cinco años”.
¿El lapso de tiempo transcurrido entre la Resolución 07/2012 y la 002/2017?
Cinco años exactamente. Aún así hay quienes han llegado al colmo de la irresponsabilidad, calificando esta acción como “clandestina”.
Para que quede claro, la resolución en cuestión no toca las secciones de Uvero Alto, Arena Gorda – Bávaro, Verón, o la Laguna. Tampoco incluye ninguna otra Unidad Ambiental o Sección de alguno de los otros cuatro Planes de Ordenamiento Turístico Territorial que rigen los polos turísticos del país.
No se incrementó la densidad habitacional, no se afectó negativamente el medio ambiente, ni se ha permitido la construcción de edificaciones de altura en la franja correspondiente a la primera línea de playa, menos aún se ha incrementado el porcentaje de uso de suelo permitido. Pero tal vez el factor más importante a considerar en esta discusión, es que Mitur no ha introducido ningún elemento nuevo o distinto al entorno turístico de Bávaro Punta Cana con este cambio de normativa. De hecho el 12 de octubre de 2007, el ministro de turno concedió al proyecto Cap Cana, ubicado en el corazón del desarrollo turístico del área, la No Objeción a la Modificación del Proyecto Plan Maestro Cap Cana, en la que los promotores de este desarrollo solicitan la autorización para construir torres de hasta 20 pisos de altura.
La pregunta obligada deber ser entonces, ¿por qué esperar más de diez años desde que se introdujo el cambio a las alturas en la zona para rasgarse las vestiduras de la forma que lo han hecho unos pocos, pero ruidosos actores? ¿Por qué desplegar una campaña de desinformación a nivel nacional propagando la mentira de que se ha introducido un cambio de modelo de desarrollo turístico, cuando lo único que se ha hecho, utilizando no solamente la racionalidad económica para promover un destino, sino también un precedente normativo que data de hace más de una década, es viabilizar el desarrollo turístico en un área, que sin esta resolución estaba condenada a languidecer en el subdesarrollo mientras sus vecinos disfrutan las mieles del éxito del turismo dominicano.
Hay que reiterar que el único cambio, exclusivo a la unidad ambiental de Macao, donde en los últimos diez años no se ha construido una sola habitación hotelera, fue hecho en torno a la altura del tipo de estructura que allí puede edificarse, dada las particularidades medioambientales explicadas anteriormente.
Una inversión trascendental para el desarrollo turístico del país
Esta variación permitirá inversiones que tienen interés en desarrollar un mercado que contribuya a diversificar nuestras ofertas habitacionales. Inversiones como la que realizará un exitoso grupo de empresarios hoteleros mejicanos, que eligió nuestro país para desarrollar uno de los complejos turísticos de mayor envergadura e importancia para República Dominicana.
Un proyecto que cuenta con todos los permisos requeridos por las distintas instancias del Estado, conlleva una inversión de más de US$600 millones, que se estima creará unos 5,000 empleos durante su construcción y 4,000 empleos directos durante su operación, añadirá 2,149 habitaciones, 16 restaurantes, cuatro bares, un campo de golf, un spa con 80 cabinas, dos casinos y un parque acuático, entre otras amenidades. Todo esto a ser desarrollado en tercera línea de playa a unos 500 metros del mar, con menos impacto ambiental y visual que la mayoría de los desarrollos actuales de la zona.
Esta oportunidad es bien comprendida por los habitantes de la provincia La Altagracia, donde la sala Capitular del ayuntamiento de Higüey votó a unanimidad para otorgar la no objeción a su desarrollo. Ni un solo regidor de esa honorable sala consideró que con este proyecto se arruinaría el desarrollo turístico de su región.
Negar la oportunidad a miles de dominicanos de que también se beneficien del potencial turístico que tiene el país hubiese sido una posición no solo mezquina sino irresponsable. Tampoco es función del Estado garantizar monopolios ni parcelas exclusivas de beneficio económico, sobre todo cuando las cifras demuestran que en la última década ha existido una correlación directamente proporcional, entre las tasas de ocupación de nuestros hoteles y la construcción de nuevas habitaciones. En otras palabras, mientras más habitaciones construimos más turistas nos visitan.
La competencia es un principio fundamental de las economías de mercado y el desarrollo económico de los pueblos. Con ella promovemos la innovación y diversificación de nuestra oferta, factores fundamentales para continuar el crecimiento de nuestro turismo. El incremento de las inversiones, la competencia sana y un mayor número de habitaciones hoteleras no debe ser motivo de temor, más bien de regocijo para todos los actores del sector.
El autor es economista y director del Gabinete Ministerial en el Ministerio de Turismo