Por Maribel Santos
Ingeniera civil – Miembro del Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas de Madrid
Vivimos un momento de transformación acelerada —tecnológica, ambiental, social y normativa— que sitúa a la ingeniería civil ante una oportunidad histórica para redefinir su papel y reivindicar su valor social. La reflexión ya no es solo técnica: ¿se comprende realmente lo que aportamos como profesión?
Una paradoja en el corazón de la profesión
España y Europa están ejecutando inversiones sin precedentes en infraestructuras sostenibles. Solo en transición energética y movilidad, la Comisión Europea prevé movilizar más de 650.000 millones de euros en los próximos años. Sin embargo, la disponibilidad de profesionales cualificados no crece al mismo ritmo.
Una encuesta reciente revela que el 60 % de los estudiantes de ingeniería civil desconoce las atribuciones profesionales asociadas a su título de grado. A la vez, muchas empresas enfrentan dificultades para cubrir plazas técnicas; aunque sus prioridades han cambiado. Como señala el director de una reconocida consultora de ingeniería:
“El título es el punto de partida. Lo que más buscamos es capacidad de gestión, visión global y adaptabilidad.”
¿Máster habilitante o barrera innecesaria?
La implementación de los másteres habilitantes en el marco del EEES (Bolonia) pretendía armonizar la formación con las atribuciones profesionales. Pero en la práctica ha generado más preguntas que respuestas:
- Muchos estudiantes sienten que, sin el máster, no podrán ejercer.
- El mercado laboral valora más las competencias: experiencia, digitalización, capacidad de análisis, solvencia técnica.
- Empresas y organismos públicos ya contratan por talento, no solo por acreditación académica.
Como resume una estudiante de último curso:
“No sé si necesito el máster, si lo exige la empresa o si es solo una recomendación académica.”
La consecuencia es una brecha persistente entre lo que demanda el mercado y lo que comunica el sistema educativo. Una brecha que se ha convertido en un problema estructural.
Una propuesta concreta: un Observatorio de la Ingeniería Civil
Para superar esta desconexión, no basta con diagnosticar: hay que actuar. Propongo la creación de un Observatorio de la Ingeniería Civil, con participación de universidades, empresas, administraciones públicas y colegios profesionales.
Este espacio tendría tres funciones clave:
- Monitorizar la evolución del mercado laboral y anticipar nuevas demandas.
- Ajustar de forma anual los planes de grado, máster y doctorado según datos reales.
- Alinear formación y ejercicio profesional ante los cambios tecnológicos, regulatorios y sociales.
El objetivo no es crear más burocracia, sino inteligencia institucional. Si no anticipamos el cambio, acabaremos padeciéndolo.
Los colegios profesionales también deben transformarse
Desde mi responsabilidad colegial, creo firmemente que debemos asumir un rol más activo y actualizado. Hoy es imprescindible:
- Comunicar de forma clara qué puede ejercer un graduado en ingeniería civil.
- Explicar sus vías de especialización sin convertirlas en un laberinto normativo.
- Impulsar formación continua útil y alineada con el sector: BIM, sostenibilidad, IA, gestión del agua, digitalización…
- Defender ante las administraciones el papel esencial de nuestros profesionales.
- Fomentar el trabajo conjunto entre ramas de la ingeniería, dejando atrás viejos corporativismos.
A quienes están comenzando
Estudiar ingeniería civil es mucho más que una habilitación profesional. Es aceptar la responsabilidad de resolver problemas que impactan la calidad de vida de las personas. Como me dijo una joven ingeniera en prácticas:
“El título me abrió la puerta, pero fueron mis habilidades las que me permitieron quedarme.”
Hoy, la profesión exige mucho más que conocimiento técnico:
- Pensamiento crítico
- Ética profesional
- Curiosidad permanente
- Adaptación al cambio
- Trabajo en equipo
- Formación continua
El futuro que queremos construir
Necesitamos una ingeniería civil más clara, más visible y más inspiradora. Una profesión donde:
- Cada profesional conozca su marco de actuación y ejerza con seguridad.
- La excelencia sea la meta, no la competencia entre titulaciones.
- Las infraestructuras reflejen el compromiso técnico, ético y humano de quienes las conciben.
Ese futuro no surge de manera espontánea. Se diseña, se comunica y se construye. Desde ahora.
