Pese a liderar el gasto turístico, los viajeros seniors todavía encuentran una oferta poco adaptada a sus necesidades y preferenciasEl sector turístico todavía no ofrece experiencias enfocadas a este colectivo, que busca una forma diferente de viajar y propuestas de valor Viajar se ha convertido en una actividad que no entiende de edades. La encuesta Changing Traveller Report 2025 revela que El 72% de personas tiene previsto viajar al extranjero, frente al 65% en 2024 y el 62% en 2023. Si se cruza ese porcentaje con los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), que destacan que un tercio de los españoles no puede permitirse unas vacaciones, parece quedar claro que, probablemente, el único freno a los viajes es la economía. La edad, desde luego, no lo es, a tenor de los datos recogidos por Statista, que evidencian que, en el cuarto trimestre de 2022, el 12 % de los viajes protagonizados por españoles se acumularon en la franja de 65 años o más. De hecho, casi 8 de cada 10 mayores de 55 años viajan por ocio, según el IV Barómetro del consumidor sénior. Y este grupo ya lidera el presupuesto por viaje, adelantando a los millennials. No en vano, el 60 % del gasto en España ya lo generan los séniores, quienes contribuyen al 25 % del producto interior bruto (PIB) del país, según el mismo barómetro.Los mayores quieren pasárselo bien, aunque también tienen particularidades y necesidades que no siempre se están atendiendo desde el sector turístico. «La accesibilidad y las condiciones de los espacios de alojamiento y visita son las primeras que vienen a la cabeza, pero hay otras, como las nuevas características de impersonalización y dependencia de la tecnología en los servicios turísticos y de todo tipo, que pueden afectarles», explica Pablo Díaz Luque, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) e investigador del grupo NOUTUR. Qué buscan los boomers al viajarAunque cada persona es un mundo y no se puede generalizar, los mayores «no son amigos de las prisas ni de las masificaciones y huyen de los apartamentos turísticos sin atención humana en la recepción o cuyos baños no estén adaptados», explica el experto, quien menciona que «por eso están dispuestos a pagar más por unos servicios más personalizados y dedicados en restauración, alojamiento y guía de las experiencias».Se comprende, entonces, que gasten más que los jóvenes, tradicionalmente vinculados a una forma de turismo más económica. Pero, en paralelo, se rompe el mito que se tiene de los «mayores viajeros»: un grupo del IMSERSO que disfruta de sus vacaciones en temporada baja, atraídos por los bajos precios y la oportunidad de visitar destinos de costa o de interior menos masificados. «Se acostumbra a afirmar que estos turistas prefieren los viajes próximos a los lejanos y exóticos, y los planificados y de presupuesto cerrado a los más libres y de posibles gastos menos controlados», destaca el profesor. «Sin embargo, también se menciona que sus viajes son de mayor gasto medio y más comodidades, o que ciertos destinos occidentales de alta cultura (Italia y Francia) son sus predilectos a escala internacional, pero también los hay más lejanos y exóticos que les resultan atractivos si están bien planificados y con estándares occidentales (como Japón o Turquía)», revela el profesor Díaz, apuntando a una aparente contradicción.¿Hay edadismo en el turismo?Si la imagen que se tiene de los viajes en baby boomers parece un cliché, la realidad es muy diferente. El sector turístico se está tomando en serio el poder adquisitivo y las ganas de viajar de los mayores y, con cada vez más frecuencia, ofrece productos enfocados a este segmento. «Más que inexistencia de esta oferta, se puede decir que la oferta destinada a otras generaciones destaca por encima de la dedicada a los turistas de mayor edad. No han sido la generación más viajera comparativamente y hasta ahora no se les veía como un segmento de mercado tan interesante, pero esto está cambiando», subraya Pablo Díaz.En este sentido, las propuestas urbanas y culturales parece que tienen gran peso entre los mayores. «Valoran las tradiciones culturales, el arte, la historia y la gastronomía. El turismo de salud y wellness en general es muy atractivo para una buena parte de estos turistas, y, conforme avanzan en edad, esta tendencia crece», apunta. Además, «prefieren el trato humano y personalizado al tecnológico y falto de autenticidad«, añade, por lo que las agencias de viajes pueden jugar un papel muy importante en la creación de productos y servicios específicos para los mayores. «Los destinos y empresas que realmente estén interesados en este tipo de turistas deben diseñar estancias, productos y experiencias especialmente para ellos, con atención en el trato y los detalles», señala.A pesar de ello, el gran reto no parece estar tanto en la paquetización de los viajes y su distribución, sino en la adaptación de los destinos para que puedan ser visitados por este colectivo en condiciones de seguridad y comodidad. «Los destinos de naturaleza, por ejemplo, deben estar adaptados con rutas muy accesibles. Los destinos de playa y costa también se fijan en este nicho con playas accesibles y zonas de ejercicio para estas edades», remarca. Una tarea que debe liderar el sector turístico en primera persona, dado que genera el 13 % del PIB del país, con un valor de mercado superior a los 200.000 millones de euros, según datos de Statista.»Hay que concienciar al sector de dos formas. Una, por una cuestión moral y ética en cuanto a qué tipo de sociedad queremos y la atención que se merece esa generación tan esforzada y que tantos logros sociales consiguió. La segunda viene por la creciente relevancia en cifras de negocio que esta población representa y de las necesidades similares que tendrán en un futuro generaciones que serán muy interesantes de atender«, concluye el experto sobre un fenómeno que hay que tomarse en serio no tanto por una cuestión de negocio, que también, sino de inclusión social y lucha contra el edadismo. |