Después de soñar por 25 años con una institución que educara all público y preservara el rico legado de la industria funeraria, Robert L. Waltrip vio materializar su sueño, con la apertura de The National Museum of Funeral History el 18 de octubre de 1992.
Entre sus paredes vive una trascendental leyenda sobre algunos de los funerales más famosos de la historia.
Desde la entrada principal a esta pinacoteca surgen algunas inquietudes sobre la existencia humana. Y es que no importa cuán religioso, poderoso o exitoso sea una persona, al final, nadie se salva de la muerte.
El equipo de la historia funeraria en Houston donde se conocen tradiciones culturales de la muerte a través de la historia.
Este lugar, con 12 exhibiciones permanentes y algunas temporales, recrea los rituales de la muerte desde épocas tan antiguas como el siglo 15, con los funerales de Drácula – que se muestran solo en esta temporada del año– hasta los del siglo 19, cuando los difuntos eran velados en la sala de su casa, que entonces se llamaba death room (cuarto de la muerte) y que después cambió el término a living room. También se incluyen los funerales presidenciales y de los papas. “Tenemos también muestras de carrozas de diferentes partes y diferentes épocas, por ejemplo, antes los ataúdes eran blancos si se trataba de un niño”, dijo Rubí Sánchez, empleada del museo. De acuerdo con la funcionaria, en el lugar hay muestras de féretros de Alemania, Japón y Ghana, en donde los ataúdes representan aquello con lo que el difunto se identificaba.
El museo busca mostrar el homenaje que los vivos muestran a los muertos y que es el vivo reflejo de su personalidad.
Un lugar donde se representa el verdadero significado de la vida: Vivir al máximo bajo el entendido de que algún día pasará al mundo de los muertos.