República Dominicana, Noviembre de 2025.– Más de mil millones de personas en el mundo viven con algún trastorno de salud mental, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Patologías como depresión, Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), trastorno bipolar y esquizofrenia se encuentran entre las principales causas de pérdida de salud global, pasando del noveno al sexto lugar en 2021, de acuerdo con el Instituto de Métricas y Evaluación para la Salud (IHME). Esto incrementa los costos de atención y genera pérdidas económicas significativas a nivel mundial.
En América Latina y el Caribe, la carga de los trastornos mentales ya era elevada antes de la pandemia y continuó aumentando con el tiempo. Para 2021, se registraban en promedio 15 mil casos por cada 100 mil habitantes en la región. En República Dominicana, la prevalencia se sitúa en 15,505 casos por cada 100 mil habitantes, según el IHME.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) destaca que entre el 75% y 90% de las personas con trastornos mentales, neurológicos y por uso de sustancias no reciben tratamiento, aun existiendo opciones terapéuticas efectivas. En esquizofrenia, la brecha de atención alcanza el 72%, mientras que en depresión y ansiedad supera el 80%. Esto evidencia la limitada inversión de los países en salud mental, donde solo se destina un 2% del presupuesto sanitario en promedio.
A pesar de este escenario, los avances científicos están transformando el tratamiento y la calidad de vida de los pacientes. Un ejemplo son los antipsicóticos de tercera generación, terapias que han mostrado mejoras significativas en tolerancia, funcionalidad social y calidad de vida en personas con esquizofrenia, trastorno bipolar y depresión mayor.
Estos medicamentos actúan mediante un mecanismo modulador de la dopamina, evitando tanto el bloqueo total como la estimulación excesiva. Esto permite controlar síntomas positivos y, en algunos casos, también negativos y afectivos, con buena tolerabilidad. Asimismo, se asocian a una menor incidencia de efectos adversos como sedación o impacto metabólico, favoreciendo la adherencia terapéutica y reduciendo el estigma vinculado a estos tratamientos.
“Los antipsicóticos de tercera generación representan un avance significativo: ofrecen mejor perfil de tolerancia, menor impacto metabólico y un efecto procognitivo que permite a los pacientes mantener su funcionalidad emocional, social y laboral. Esto marca un cambio de paradigma en el abordaje de la salud mental”, afirmó Anna Patricia Alessandría, Gerente Médico de Psiquiatría de ADIUM Centroamérica y el Caribe.
Agregó que estos medicamentos contribuyen a regular el estado de ánimo, el comportamiento y los pensamientos en personas con esquizofrenia, episodios maníacos o mixtos del Trastorno Bipolar I, episodios depresivos del mismo trastorno y como complemento en el tratamiento de la Depresión Mayor.
La innovación en terapias para la salud mental impulsa beneficios como mejoras en la memoria, reducción de síntomas afectivos en fases depresivas y mayor motivación e integración social. Especialistas coinciden en que fortalecer la inversión y el acceso a estos tratamientos es esencial para disminuir las brechas en la atención de salud mental en la región.
