Pedro Angel
Santo Domingo. – La Sociedad Dominicana de Radiología denunció que se están ofertando en el país cursos y diplomados sin aval científico en formación de especialistas en radiología, lo que impactará en la salud de muchos pacientes.
“En los últimos años, hemos sido testigos de un fenómeno alarmante en el ámbito de la educación en salud: la proliferación de cursos y diplomados en radiología ofrecidos por entidades educativas, tanto reguladas como no reguladas”, aseguró, en un comunicado.
Sostuvo que esta tendencia no solo desacredita la formación formal de los profesionales de la salud, sino que también representa un serio riesgo de intrusismo profesional en una disciplina que demanda una rigurosa preparación técnica y ética.
Puntualizó que la radiología es una especialidad médica que utiliza imágenes diagnósticas para identificar y tratar diversas patologías.
“La formación en esta área no se limita a adquirir conocimientos técnicos; también requiere una profunda comprensión de la anatomía, la fisiología, fisiopatología, la farmacología y, sobre todo, la ética profesional”, enfatizó, en su comunicado.
Indicó que la responsabilidad que recae sobre un radiólogo es vital, ya que sus diagnósticos pueden determinar tratamientos adecuados y certeros, sin afectar la vida de los pacientes.
Sostuvo que hay entidades, que no mencionó, que ofrecen certificaciones que prometen convertir a cualquier interesado en especialista en radiología en un tiempo sorprendentemente corto y, en su mayoría, sin completar curas de aprendizajes adecuadas o sin supervisión pertinente que certifique los conocimientos adquiridos.
“Muchas de estas instituciones operan al margen de las regulaciones educativas establecidas, lo que pone en duda la validez y la calidad de los conocimientos impartidos. Estas iniciativas son especialmente preocupantes cuando se considera que, en muchos casos, los contenidos de estos cursos son superficiales y carecen de la profundidad necesaria para asegurar una formación adecuada”.
Agregó que, más allá conlleva a una competencia laboral deshonesta, en donde la inversión en conocimientos no es reconocida, en donde la mano de obra barata, sin cimientos ni experiencia conlleva a deplorables y retardados diagnósticos sin regulación alguna, marcando un impacto directo en el paciente y su entorno.